jueves, 15 de enero de 2015

Un poco de luz también sobre ellas...

La filosofía de los libros, al menos los apuntes de los que yo tengo que estudiar, nos enseñan las teorías de los filósofos más importantes de la historia pero... ¿dónde quedan ellas? Sí, esas muchas mujeres, de las cuales ni yo misma sabría nombrar a más de tres o cuatro, pero que estoy segura, también significaron mucho en su buenos tiempos, esas que como Hannah Arendt se quedan en el tintero. En primer lugar deciros que mi "encuentro" con esta filósofa fue pura casualidad. Haciendo el típico zapping de sofá, me encontré con una película aparentemente interesante y decidí continuar descubriendo su trama.
   
En efecto, no me defraudó.Al menos no su protagonista, esta mujer que nació en 1906 en una familia de judíos cerca de Hannover y se llamaba Hannah Arendt. Sus raíces prusianas fueron las que hicieron que su padre enfermo y su madre, se mudaran a Prusia cuando ella aun tenia 3 años. Su padre había sido ingeniero y murió 4 años después de emigrar, lo que dejó a su madre de ideología socialdemócrata y bastante liberal a cargo de su educación. Los círculos en los que se movía y la influencia paterna hicieron que se orientara hacía un judaísmo reformista, sin pertenecer a ninguna comunidad religiosa. Su gran agilidad lectora le permitieron destacar sobre sus compañeras, aunque la actitud rebelde y coraje eran sin duda sus grandes rasgos. Cursó estudios superiores y asistió a clase de filosofía con el mismo Heidegger, quien la adentro entre importantes personalidades de la disciplina. Después de un primer matrimonio fallido, un segundo en marcha y la llegada de Hitler al poder ,se recorrió Europa occidental en busca del exilio hasta que se asentó en Francia. No por mucho, ya que, incluso sin papeles se unió a una organización sionista,que entre otras cosas, ayudaba a jóvenes judíos a huir hacia Palestina. Ya desde un poco de vista científico, investigó sobre el antisemitismo y realizó algunas conferencias para diferentes asociaciones alemanas, hasta que en 1937 le quitaron la nacionalidad. En enero de 1940 se casó con Heindrich Blücher, su tercer matrimonio. Por desgracia, la calma no llegó con el enlace.Una noticia, enviada a través de la prensa por las autoridades francesas, convocaba a la mayoría de los extranjeros de origen alemán para ser deportados. Arendt, junto con muchas otras mujeres, fue trasladada al “campo de internamiento” hasta julio de ese mismo año. Una frase con la que ella misma nos habla de esta particular experiencia carcelaria es: «las personas eran ingresadas por sus amigos en "campos de internamiento" y por sus enemigos en "campos de concentración"».Aunque, no muy extenso llego a ser su caso ya que solo tras 5 semanas internada, consiguió huir, marchándose definitivamente a Nueva York.

    En 1951 se nacionalizó como estadounidense y escribió "Los orígenes del totalitarismo", su obra más reconocida, donde sostiene que los totalitarismos se basan en la interpretación de la ley como «ley natural».Visión con la que justifican el exterminio de las clases y razas teóricamente «condenadas» por la naturaleza y la historia. La finalidad de su libro es demostrar que el nacionalsocialismo y el bolcheviquismo son distintos del despotismo y la tiranía, formas de autoritarias desde la antigüedad. Las condiciones y los procesos sociales que condujeron al sistema del genocidio de los campos de concentración, son posibles solo, según la autora, porque en ellos"cada persona es reducida a una inmutable identidad de reacciones, de manera que cada reacción puede intercambiarse por otra"; y uno de los motivos por los cuales el hombre moderno se convierte tan fácilmente en víctima de los movimientos totalitarios es "su creciente distanciamiento". 

Después de esta rápida biografía, cada uno tenéis en la cabeza una idea de como sería vuestra "Hannah", por eso, aquí os dejo el trailer que narra una biografía mucho más confusa y enigmática de lo que aparenta, aunque manteniendo para mí una cosa clara: Hannah era, sin duda, una mujer de "armas tomar". 



¿De pasado a presente... o de presente a pasado?

En el año 399 a.C Sócrates, maestro del filósofo Platón, fue condenado a muerte. Este hecho marcó a el joven discípulo para siempre y aunque la sentencia fue dictada por unos centenares de ciudadanos atenienses elegidos bajo las leyes para ello, a sus ojos era una clarísima injusticia. Tras tal suceso Platón decidió reorientar su filosofía con la intención de conseguir una nueva fórmula de gobierno en la que liderara una verdadera justicia. En su tesis reconoce que para gobernar el Estado es necesario recurrir al poder, sin embargo, una cosa es el poder basado en el interés, el poder absoluto de un tirano o el poder del más poderoso; y otro, el poder justo del gobernante legítimo. ¿Si ambos son poderes, por qué existe tanta diferencia entre ellos? La diferencia se encuentra en que el poder honesto, “legitimo” del Estado, se fundamenta en la idea suprema de Bien, mientras que los otros tipos de poder por una o varias razones, no. La política platónica era idealista, ya que la única manera de organizar la jerarquía del Estado armoniosamente era conociendo la idea de Bien. Desarrolló entonces una “guía” a seguir:
     En primer lugar, diseñar el prototipo del Estado ideal. En segundo, mejorar continuamente este diseño. En tercero, procurar que la práctica se acercara lo más posible a las directrices de dicho prototipo. Y, por último, conseguir que las generaciones futuras estuvieran cualificadas para asumir las responsabilidades en su momento. Dentro de las múltiples actividades de un Estado Platón destacan otras tres: la eliminación de la pobreza y de la riqueza y la educación de la juventud. Según su opinión las dos primeras distraen, tanto de forma negativa como positiva, a las personas de sus funciones y en la última, el filósofo propuso un concepto igualitario muy avanzado para su época; la educación en ciencias, arte y gimnasia debía ser idéntica tanto para hombres como para mujeres.



Si hace varios siglos Platón ya contemplaba una sociedad tan igualitaria y “justa” ¿Por qué ha llegado tan deteriorada a nuestros días? Por muy antigua que sea la filosofía platónica plantea varias cuestiones muy interesantes tanto en el prototipo de Estado como del método para conseguirlo. Analizando la situación nacional debería mencionar que el pilar fundamental, que sería optar a ser dirigente solo si eres conocedor de la justicia y la honestidad y siendo francos estas cualidades brillan por su ausencia en la esferas políticas, ya no se cumple. Por lo tanto, el comienzo no es demasiado prometedor. El segundo paso sería mantener la atención constante en cualquier posibilidad de mejorar como comunidad, sin embargo aquí llega otra contradicción, una vez que se escoge un órgano de gobierno, durante 4 años tiene en sus manos un poder tan absoluto que resulta para las “favorecedoras” actividad que desempeñan con él. Paso al tercer paso y en mi opinión, el menos respetado en la actualidad. Cuando Platón planteó esta tesis en el apartado de “posibles gobernantes” remarcó dos adjetivos, honesto y justo, por encima de otras cualidades tan famosas en Atenas como la oratoria o el carisma. Un dirigente con estas cualidades ofrecía más confianza que un mentiroso, un injusto o un opresor, pero no solo confianza en su persona también en sus medidas y en las decisiones que de ganar tomaría en un futuro. Hoy en día cualquier partido político regala en campaña “palabras vacías”, de carácter surrealista incluso antes de ser correctamente planteadas. Si no podemos confiar en sus palabras des-honestas, según Platón nunca tendría posibilidad de ser dirigente, por el contrario, hoy en día la publicidad política se puntúa en función del número de mentiras incluidas, conformándonos sobre todas las opciones con “la menos mala”. Es triste asumir hasta que extremos hemos llegado, pero no por ello menos ciertos. Por último, Platón cree que la última base fundamentar de un buen sistema de Estado es preparar correctamente a la juventud, ya que cuanto más entrenados estén, mejor resolverán los problemas que podrían aparecer en el futuro.

Ahora bien, resumida una pequeña comparación entre el método de Platón y la actualidad. ¿Qué debemos pensar de nuestro método cuando hemos visto que incluso siglos atrás un filósofo planteaba mejores cuestiones que los pensadores modernos? No solo nos saltamos los pasos y los incumplimos con suficiencia sino que otros de los problemas que el propio discípulo de Sócrates (a ruda escala) planteaba mejorar, hoy en día son mayores. Cierto es que el mundo con el avance y todo su progreso, se ha complicado en demasía, pero dentro de él seguimos viviendo los mismos seres humanos que Platón planteaba dirigir. Así que viviendo en una injusticia, como los datos en empleo, sueldo y capacidad socio-económica, entre hombres y mujeres demuestran; con una población pobre de 1.300 millones de personas y unos Estados centrados en la economía y el poder mientras se olvida la valiosa “Justicia”. ¿Platón reflexionaba para el pasado... o nosotros no hemos alcanzado el futuro?