En primer lugar, diseñar el prototipo del Estado ideal. En segundo, mejorar continuamente este diseño. En tercero, procurar que la práctica se acercara lo más posible a las directrices de dicho prototipo. Y, por último, conseguir que las generaciones futuras estuvieran cualificadas para asumir las responsabilidades en su momento. Dentro de las múltiples actividades de un Estado Platón destacan otras tres: la eliminación de la pobreza y de la riqueza y la educación de la juventud. Según su opinión las dos primeras distraen, tanto de forma negativa como positiva, a las personas de sus funciones y en la última, el filósofo propuso un concepto igualitario muy avanzado para su época; la educación en ciencias, arte y gimnasia debía ser idéntica tanto para hombres como para mujeres.
Si hace varios siglos Platón ya contemplaba una sociedad tan igualitaria y “justa” ¿Por qué ha llegado tan deteriorada a nuestros días? Por muy antigua que sea la filosofía platónica plantea varias cuestiones muy interesantes tanto en el prototipo de Estado como del método para conseguirlo. Analizando la situación nacional debería mencionar que el pilar fundamental, que sería optar a ser dirigente solo si eres conocedor de la justicia y la honestidad y siendo francos estas cualidades brillan por su ausencia en la esferas políticas, ya no se cumple. Por lo tanto, el comienzo no es demasiado prometedor. El segundo paso sería mantener la atención constante en cualquier posibilidad de mejorar como comunidad, sin embargo aquí llega otra contradicción, una vez que se escoge un órgano de gobierno, durante 4 años tiene en sus manos un poder tan absoluto que resulta para las “favorecedoras” actividad que desempeñan con él. Paso al tercer paso y en mi opinión, el menos respetado en la actualidad. Cuando Platón planteó esta tesis en el apartado de “posibles gobernantes” remarcó dos adjetivos, honesto y justo, por encima de otras cualidades tan famosas en Atenas como la oratoria o el carisma. Un dirigente con estas cualidades ofrecía más confianza que un mentiroso, un injusto o un opresor, pero no solo confianza en su persona también en sus medidas y en las decisiones que de ganar tomaría en un futuro. Hoy en día cualquier partido político regala en campaña “palabras vacías”, de carácter surrealista incluso antes de ser correctamente planteadas. Si no podemos confiar en sus palabras des-honestas, según Platón nunca tendría posibilidad de ser dirigente, por el contrario, hoy en día la publicidad política se puntúa en función del número de mentiras incluidas, conformándonos sobre todas las opciones con “la menos mala”. Es triste asumir hasta que extremos hemos llegado, pero no por ello menos ciertos. Por último, Platón cree que la última base fundamentar de un buen sistema de Estado es preparar correctamente a la juventud, ya que cuanto más entrenados estén, mejor resolverán los problemas que podrían aparecer en el futuro.
Ahora bien, resumida una pequeña comparación entre el método de Platón y la actualidad. ¿Qué debemos pensar de nuestro método cuando hemos visto que incluso siglos atrás un filósofo planteaba mejores cuestiones que los pensadores modernos? No solo nos saltamos los pasos y los incumplimos con suficiencia sino que otros de los problemas que el propio discípulo de Sócrates (a ruda escala) planteaba mejorar, hoy en día son mayores. Cierto es que el mundo con el avance y todo su progreso, se ha complicado en demasía, pero dentro de él seguimos viviendo los mismos seres humanos que Platón planteaba dirigir. Así que viviendo en una injusticia, como los datos en empleo, sueldo y capacidad socio-económica, entre hombres y mujeres demuestran; con una población pobre de 1.300 millones de personas y unos Estados centrados en la economía y el poder mientras se olvida la valiosa “Justicia”. ¿Platón reflexionaba para el pasado... o nosotros no hemos alcanzado el futuro?
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